Tuve un sueño: morí. Claro que eso era demasiado fuerte, no es fácil de aceptar, pero lo cierto era que la vida no tenía mucho sentido para mí...
Así empecé a vivir una vida sin sentido. Yo era un zombie, un muerto viviente, un fantasma, que por años continuó sus rutinas como si nada hubiera pasado. Seguido me acercaba a las personas y les trataba de transmitir mi sentir y mi pensar, de lo que había visto del otro lado, de lo vacías que eran sus vidas, de cómo perdían el tiempo en cosas superfluas y cómo ignoraban lo verdaderamente importante... pero para ellos era sólo un asalto de la consciencia que disipaban como si estuvieran ahuyentando a un mosquito. Y me daba coraje ver como desperdiciaban sus vidas, porque yo deseaba estar vivo... y porque recordé como desperdiciaba la mía...
Nunca estuve totalmente solo, hay quienes pueden tener contacto con los muertos en esa red psíquica que une a las personas donde quiera que se encuentren; esos eran mis amigos. Ellos trataban de consolarme en mi tristeza y en mi soledad, recuerdo con cariño sus palabras cuando nos comunicábamos... También me encontré con otros muertos, que no habían aceptado el hecho o que no se habían dado cuenta; como fuera me sentía a gusto con ellos, éramos similares. Yo trataba de hacer una vida productiva en un mundo sin sentido...
Un día desperté, y entendí que había aprendido una lección y que debía retomar mi vida. Era momento de moverme de aquí, de irme a otra parte y empezar de nuevo. Pero los recuerdos son muy confusos, no sé que fue real ni que fue ilusión... y lo peor es que no recuerdo que fue primero: ¿mi sueño? ¿o mi muerte?...
Así empecé a vivir una vida sin sentido. Yo era un zombie, un muerto viviente, un fantasma, que por años continuó sus rutinas como si nada hubiera pasado. Seguido me acercaba a las personas y les trataba de transmitir mi sentir y mi pensar, de lo que había visto del otro lado, de lo vacías que eran sus vidas, de cómo perdían el tiempo en cosas superfluas y cómo ignoraban lo verdaderamente importante... pero para ellos era sólo un asalto de la consciencia que disipaban como si estuvieran ahuyentando a un mosquito. Y me daba coraje ver como desperdiciaban sus vidas, porque yo deseaba estar vivo... y porque recordé como desperdiciaba la mía...
Nunca estuve totalmente solo, hay quienes pueden tener contacto con los muertos en esa red psíquica que une a las personas donde quiera que se encuentren; esos eran mis amigos. Ellos trataban de consolarme en mi tristeza y en mi soledad, recuerdo con cariño sus palabras cuando nos comunicábamos... También me encontré con otros muertos, que no habían aceptado el hecho o que no se habían dado cuenta; como fuera me sentía a gusto con ellos, éramos similares. Yo trataba de hacer una vida productiva en un mundo sin sentido...
Un día desperté, y entendí que había aprendido una lección y que debía retomar mi vida. Era momento de moverme de aquí, de irme a otra parte y empezar de nuevo. Pero los recuerdos son muy confusos, no sé que fue real ni que fue ilusión... y lo peor es que no recuerdo que fue primero: ¿mi sueño? ¿o mi muerte?...
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