22 julio 2017

Sobre la crítica del arte.

Vivimos en la era de la información, y eso parece suponer que todos tienen el derecho de emitir juicios de valor sobre cualquier cosa, incluido el arte, aún sin tener conocimientos de aquello que se juzga… excepto, claro, los artistas que no satisfagan las expectativas de las masas, y menos aún sin son conocedores en la materia, porque entonces hablarán en un lenguaje esotérico que no puede ser comprendido por las masas indoctas.
Entonces me pregunto, ¿El arte sólo es arte si satisface a los demás? ¿Acaso no empieza como una necesidad de expresión personal? Y a los que no les gusta el trabajo de un artista ¿por qué no hacen su propio arte en lugar de demandarle a alguien más que satisfaga sus gustos y remueva sus emociones? Y entonces, como se dice coloquialmente: veremos si como ladran, muerden.
Yo no me consideraba un artista, ya que soy muy egoísta y elitista como para cumplir con la imagen que se tiene de ellos. Yo me he considerado más bien un compositor y un teórico musical con un nivel aceptable de cultura general. Sin embargo, comencé a cuestionar lo anterior, y entendí que hay una notable diferencia entre el arte creativo y recreativo.
El arte creativo obedece a necesidades de expresión personales. Son la manera de expresar la concepción que el artista tiene de la vida, la naturaleza, o lo que sea que se encuentre como eje rector de sus pensamientos y sus emociones. Poco importa lo que los demás puedan opinar al respecto, y sé que el ego se seduce por medio de los halagos, pero las convicciones para crear son propias. Si se comparte es sólo para que los demás sepan que existe, pero lo que opinen es sólo eso, su opinión.
Por su parte, el arte recreativo tiene otros objetivos, pues está sustentado en la interacción con los receptores del trabajo, y su aceptación es fundamental para permitir que este subsista. El producto debe considerar los intereses de las masas para crear una respuesta positiva que se convierta finalmente en una demanda, y entonces el artista se convierte en un servidor público.
No voy a poner ejemplos, todos pueden aportar muchos, a favor o en contra, así que prefiero seguir desarrollando el tema.
Ya he escrito antes acerca de la gente que juzga o critica sin conocimiento de causa. Desde mi punto de vista eso es absurdo, intolerante, y en muchos casos, intransigente. ¿Cómo puede alguien decir que algo es bueno o malo si no lo entiende? Es muy aceptable que no le guste, pero eso no quiere decir que algo sea bueno o malo. El problema es que, al carecer de fundamentos, argumentan subjetivamente, visceralmente, sin conocer los conceptos, las técnicas, incluso el lenguaje adecuado para hablar de aquello que se critica.
Un análisis objetivo deja a un lado las emociones y el gusto personal, para enfocarse en la parte técnica y conceptual, evaluando el nivel de creación a partir de cánones vigentes de estética que provienen de la parte académica de esa manifestación artística, y ese es el problema, pues parece que ya no se requiere tener una formación y una trayectoria en la especialidad para opinar, sino que es más importante tener una buena conexión a internet (no me cansaré de citar aquella frase de Qui Gon Jin que dice “la capacidad para hablar no te hace inteligente”).
El arte es un multiverso, y para cada dimensión hay una línea de tiempo en la que se fue desarrollando con ciertas características específicas. Aún cuando existen los movimientos retro, que retoman esas características para crear en otro punto de la línea de tiempo, no se le puede exigir a los artistas que reproduzcan las características de un período o estilo sólo porque a alguien le parece que esa es la única opción válida.
Cada período reniega del anterior, y también busca la influencia de períodos anteriores al de su predecesor; eso ha sido así a través de la historia. Sin embargo, estamos viviendo un momento en el que algunas ramas del arte tomaron rumbos que se alejan de la capacidad de apreciación por parte de los no iniciados en sus usos y costumbres, y con la tecnología disponible, mucha gente puede acercarse al arte y crear (o dejar que la tecnología lo haga) sin tener esa fundamentación que antes se esperaba en un artista bien preparado.
El problema con el arte contemporáneo es que con la excusa del concepto se pueden crear cosas muy complejas que la gente común no entienda, o cosas muy abstractas que gente sin talento promueva como expresión personal, y esto último me parece muy válido, siempre y cuando no pretenda ser arte recreativo, porque en ese terreno sí importa la opinión del consumidor.
Y entonces nos enfrentamos a un nuevo problema: el juicio subjetivo de gente sin preparación específica. Dos manifestaciones artísticas diferentes, o en distintos puntos de la línea de tiempo, no pueden ser comparadas por la parte física, sino desde la parte conceptual, o dicho de otra manera, por el fondo y no por la forma, y no concibo otra manera de acceder al conocimiento, apreciación y dominio del fondo, que por medio del estudio académico. Eso es válido para la ciencia, y también lo es para el arte.
Un artista con buen sustento teórico y conceptual (no son lo mismo) es capaz de abstraer la esencia de una obra, comprender las relaciones estructurales y funcionales que la hacen ser, y observar la relación que un concepto pueda tener con el desarrollo de dicha obra. Después de eso, podrá ofrecer una explicación al nivel y en el contexto que se requiera.
Esa capacidad de síntesis se consigue por medio de un entrenamiento que nos permita desarrollar habilidades cognitivas de orden superior, y en alguna área específica del conocimiento, para realizar un análisis objetivo. Y sin embargo, gente sin preparación se atreve a juzgar algo como bueno o malo por el simple hecho de que le guste o no, sin entender lo que sucede o lo que lo propició. De la cima a la sima del pensamiento crítico en un instante.
En lugar de emitir juicios sin fundamentos, sería más prudente pedirle una explicación al artista creativo (incluso sería válido exigirla al artista recreativo), para entender el sustento de su obra a nivel personal, técnico, teórico y conceptual. No sé si eso sea suficiente para comprenderla mejor, pero por lo menos se hará consciencia de todo lo que hay detrás de una obra de arte (fondo) y que no es evidente en su forma.
Después de todo, el nivel de creación es lo que determinará si la obra será una expresión efímera en algún punto de la línea de tiempo o si trascenderá los ciclos evolutivos para esa rama de arte en particular.
Finalmente, reitero aquí una cita de Reginald y Jamila Massey, tomada de su libro “The music of India”:
“…sólo aquellas formas de arte que están firmemente basadas en la naturaleza y todas sus manifestaciones, que evocan los más íntimos anhelos del espíritu y la mente del ser humano, y que están apoyadas por un sólido fundamento teórico, pueden esperar a sobrevivir a través del tiempo”.
Hasta la próxima.

"Convergence" (Jackson Pollock)

08 julio 2017

Fanatismo religioso vs cientificista.


Hay una situación que me molesta desde hace tiempo (-¿cuál de todas? -se estarán preguntando). Tomaré extractos de ensayos anteriores para comentar sobre el tema de esta ocasión: el fanatismo religioso vs el fanatismo cientificista.
Antes de comenzar, quiero aclarar que mi posición no tiene favoritismos por alguna de estas opciones, pues yo soy un híbrido, en el sentido de que estoy involucrado por igual con la Ciencia, el Arte y la Espiritualidad. Soy Químico, pero también soy Músico y Astrólogo (y algunas otras cosas más, por cierto).
Con respecto a los debates, habidos y por haber, entre ciencia y religión, comencemos por reconocer a los antagonistas de la historia: los religiosos fundamentalistas, por un lado, y los cientificistas, por el otro.
Es importante aclarar que no todos los científicos son cientificistas. El cientificismo es una corriente de pensamiento que proclama que los únicos conocimientos válidos son los que se adquieren mediante las ciencias positivas, o positivistas, y tiende a dar excesivo valor a las nociones científicas. Así mismo, pretenden aplicar sus convicciones y prácticas a cualquier otra área de conocimiento, sin estudiar previamente las razones o fundamentos que puedan tener, lo cual no ocurre con un auténtico científico, quien en principio, sorprendido por los resultados, comenzaría una investigación para ver si se trata de una casualidad, o bien, si hay elementos para describir la causalidad de ese fenómeno
De la misma manera, tampoco es lo mismo ser espiritual que religioso. La espiritualidad está relacionada con la parte inmaterial del ser humano a la que se atribuyen los sentimientos, la inteligencia, la intuición, el instinto, la razón, la clarividencia, etc., y representa la contraparte de lo material o las posturas materialistas. Por su parte, la religión es un conjunto de creencias que incluyen un código moral y una cosmogonía (representada de forma alegórica) que une o religa a personas bajo la misma ideología, desarrollando usos y costumbres características de cierta región y época en particular. La gran diferencia consiste en que la religión es sectaria, y en muchos casos es institucional (con todas la implicaciones que le quieran atribuir), mientras que la espiritualidad es personal (puede haber corrientes, pero cada quien decide lo que acepta y practica). Otra diferencia importante radica en la necesidad de representar con deidades (simbólicas o literales) a los principios rectores de la vida y de la naturaleza.
Los séquitos están conformados, además de los colegas en ambos bandos, por fanáticos y por incrédulos, respectivamente. De un lado del abismo se encuentran todos los charlatanes que prostituyen la espiritualidad con sus supersticiones y fantasías, que son seguidos por crédulos y desesperados que necesitan tener algo en qué creer para poner las riendas de su espiritualidad en otras manos. Del otro lado del abismo están los cientificistas que, traicionando su postura de científicos, tratan de desacreditar todo lo que no les agrade o no se ajuste a sus criterios, desvirtuando a la Ciencia, para beneplácito de los incrédulos ignorantes que no tienen argumentos para rechazar lo que no les convence y ponen las riendas de su intelectualidad en otras manos, hambrientos de razones científicas cuando en muchos casos ni siquiera conocen, y mucho menos comprenden, la Ciencia. 
De lejos, fuera de ese circo popular, está la gente que, sin importar su formación ni sus creencias, decide juzgar a posteriori, con base en su experiencia personal y los registros de historias verificables de gente cercana.
Mucho se habla del fanatismo religioso (una extensión lógica de la degradación de la espiritualidad), pero poco se comenta acerca del fanatismo cientificista. Ya escribí al respecto en dos entradas de mis blogs: "El lado obscuro de la luz", por una parte, y "Dogmas de razón", por la otra. Es muy triste que la gente crea ciegamente en la Ciencia. Mediten en esto...
*Muchos no entienden las teorías científicas, incluso odiaban esas materias en la escuela.
*La Ciencia también tiene dogmas (que yo llamo "dogmas de razón"), y teorías equivocadas que deben ir cambiando para "tratar" de describir la realidad.
*Muchas teorías no tienen relación con hechos reales, es decir, que no son pragmáticas o no explican hechos fenomenológicos.
*En la gran mayoría de los casos, las teorías tratan de explicar cosas que nadie puede ver, incluso algunas no se sabe si existen realmente, sólo se suponen porque pretenden explicar mediciones realizadas o en ocasiones por las desviaciones de las mediciones con respecto a los cálculos teóricos.
*La Mecánica cuántica tiene consecuencias tan inverosímiles que dieron lugar a la creación de la Metafísica (no fue invención de videntes ni chamanes)...

A pesar de eso, la gente inculta, (por no llamarla ignorante) se la pasa pidiendo "bases científicas" para todo aquello que se resiste a creer pero que no tiene fundamentos sólidos para rechazar. Entonces ¿que diferencia hay entre aquellos que buscan razones científicas sin ser científicos y aquellos que buscan al lector de Tarot o al curandero?
Para mí son lo mismo, nada más que en extremos opuestos de la línea. La incredulidad y el fanatismo son adversos por igual, pues en ambos casos hay ignorancia, dogmatismo, especulación.
Para terminar, vuelvo a citar a Werner Heisenberg, aquel que conocen de sus clases en la Secundaria o Preparatoria por su "principio de incertidumbre", quien en su libro “Physics and philosophy: the revolution in modern science” nos ofrece sus discernimientos de la época en la que trataban de darle forma a la teoría cuántica, y espero que esto les dé mucho en qué pensar a quienes consideran que la Ciencia es infalible y totalmente apegada a la realidad “objetiva”:
"Durante los meses siguientes a esas discusiones (en el otoño de 1926 entre Bohr, Schrödinger y un grupo de físicos de Copenague) un estudio intensivo de todas las preguntas concernientes a la interpretación de la teoría cuántica finalmente llevó a una completa y, como muchos físicos creen, satisfactoria aclaración de la situación. Pero no era una solución que uno pudiera aceptar fácilmente."
"Recuerdo discusiones con Bohr que duraban muchas horas hasta muy tarde en la noche y terminaban casi en la desesperación; y cuando al final de la discusión iba solo a una caminata en un parque cercano me repetía una y otra vez la misma pregunta: ¿Es posible que la naturaleza sea tan absurda como nos parece en esos experimentos atómicos?"

Ahora que son conscientes de esta situación ¿qué postura tomarán al respecto? ¿qué piensan hacer para fundamentar su sistema de creencias o marco teórico referencial?
Los dejo con otra cita que me gusta aplicar en estos casos: el hombre que tiene ciencia, también tiene religión; al hombre que no tiene ciencia ¡déjenle tener religión!
Hasta la próxima.