26 diciembre 2013

Una lección de desapego.

Hace poco me casé, era un paso que ya deseábamos dar, y para irnos a vivir a mi casa (ahora nuestra casa) tuvimos que hacer escombro y limpieza general. Después de años de vivir solo había olvidado ceder en acuerdos triviales pero básicos como el acomodo de las cosas en la casa, y cómo tu pareja no entenderá que tus colecciones de objetos "especiales" no son "montones de basura"... adiós a la casa de soltero jaja.

En especial hubo un conflicto con mi colección de botellas de cerveza. Quien me conoce sabe que tomo cervezas artesanales o importadas y que acostumbro guardar la primera botella de cada nueva cerveza que pruebo, y de momento las tengo todas guardadas en cajas, mismas que encontraron lugar en algún rincón del patio de servicio.

Hoy aprendí algo de todo este proceso de cambio (ya saben que siempre ando asociando simbolismo en todos lados jeje). Durante años mi mesa de comedor cojeaba y tenía que ponerle una cuña en alguna de las patas; con los nuevos acomodos (la casa es chica y hay que hacer milagros para que todo quepa) la mesa quedó en una posición y orientación diferente, y al poner hoy algo encima de ella sentí que cojeaba... "ya se salió la maldita cuña" pensé, pero al agacharme vi con sorpresa que la cuña estaba en su lugar... la quité y giré un poco la mesa para ver en dónde colocarla de nuevo... para mi sorpresa la mesa no se movió, y por más que la sacudía seguía firme...

Como he estado en esos días que reservo para reflexionar sobre lo que fue mi vida en el año (mi retiro de solsticio), me llegó una idea súbitamente... entendí que hay momentos en los que necesitamos de algo en particular para alcanzar cierto equilibrio en nuestra vida (una compañía, un pasatiempo, algún objeto con ciertas características, etc.), pero que cuando las condiciones de tu vida cambian, esa "cuña" que antes te ayudaba, ahora puede ser inútil o incluso perjudicial; hay que eliminarla para seguir adelante, y aferrarse a ella puede obstaculizar tu proceso de evolución.

Espero que alguien se haya tomado la molestia de leer esto (la aversión a la lectura no es exclusiva del presidente de este país), y que le resulte de provecho, ya que ese ha sido siempre el objetivo de estos escritos (aunque sé que la mayoría de ellos les resultan incómodos o aburridos a las masas).

En fín, hasta la próxima.





...y por cierto, me quedé únicamente con las botellasde mis cervezas favoritas y deseché todas las demás; que siga la vida ;-)