04 enero 2013

Entre ramas...


Alguna vez, en mi adolescencia, leí una frase que en su momento acepté con cierto recelo, pero que con el tiempo se convirtió en una de las grandes verdades de mi ideología espiritual:

" El hombre que tiene ciencia, también tiene religión;
al hombre que no tiene ciencia, ¡déjenle tener religión! ”

Quizá el conflicto estaba en el uso de la palabra "religión", pues me considero espiritual mas no religioso, y aunque mi mente tuvo una formación como investigador científico, tampoco me considero un ateo cientificista.

Pienso que al vivir en este plano nos separaron lo material de lo espiritual, y nuestro trabajo para "regresar a casa" consiste en poder juntar ambas mitades: reencontrarnos con lo espiritual mientras crecemos en lo social. Así que ambos mundos se nos presentan como antagonistas, y mientras algunos aceptan la fé dogmática de las religiones, otros aceptan las teorías más "adecuadas" o convincentes de la ciencia, pero lo cierto es que nadie ha visto ni a dios ni a los quarks. Podemos tener sólidos fundamentos y convicciones para afirmarlos, pero no la irrefutable evidencia que convenza hasta al más necio de los escépticos.

La pregunta es ¿cómo puedo inferir al menos lo que ocurre en el mundo espiritual? Definitivamente tendría que ser por medio de las experiencias que adquirimos en las practicas espirituales, como la meditación por ejemplo, pero en el terreno especulativo necesitamos estudiar al respecto. El conocimiento llega cuando se le está buscando, y la revelación se da cuando se está listo para recibirla.

Es en este momento cuando surgen los conflictos en las mentes que no aceptan las formas que adquiere la espiritualidad (religiones), y quiero aclarar que no considero aquí a las instituciones religiosas, eso es parte de otra historia. Me gustaría usar una alegoría para compartir la manera en la que yo solucioné mi conflicto, practicando el eclecticismo como puente para llegar al sincretismo:

Imaginen un río por el que fluye la información universal: lo conocido, lo desconocido, incluso lo que no se puede conocer desde este plano terrenal. Pero ese río es subterráneo y no podemos llegar a él.

En la superficie hay un gran árbol que se nutre de esas aguas y crece muy alto, con muchas ramas muy gruesas que a su vez se van ramificando. Las ramas principales son las grandes doctrinas filosóficas y espirituales, mientras que las derivadas son sus manifestaciones sociales, es decir, las religiones. Cualquier religión que tenga como dios o profeta a Jesús el cristo estaría en la rama del Cristianismo, y así sucedería con Abraham, Budha, Mahoma, etc.

También hay ramas más filosóficas que religiosas, incluso metafísicas y esotéricas; las hay para las tradiciones de todos los pueblos que viven en armonía con la naturaleza; las oportunistas sectas fanáticas tienen la suya que parece enredadera; las mancias también están presentes para ser incluyentes, es más, hasta existiría una para el agnosticismo.

La mayoría de las personas son educadas en la "rama" que sigue su familia, sea por devoción o por simple tradición, y frecuéntemente sucede que cuando los individuos alcanzan la independencia intelectual deciden cambiar de rama, por decepción, por convicción, o circuntancialmente por ir a la deriva en un momento de crisis espiritual.

En ocasiones no es necesario un cambio radical en la forma, basta con escuchar los mismos conceptos de una manera que satisfaga a nuestro filtro intelectual o que aporte respuestas a nuestra intuición o que justifique las experiencias personales que en materia de espiritualidad han marcado nuestras vidas.

Entre los 18 y los 21 ó 22 años mi vida tuvo grandes cambios ideológicos, apoyados en experiencias materiales, intelectuales y energéticas; fue como una revolución espiritual, y a partir de entonces nada volvió a ser igual, pues deseché lo que sentía que me estorbaba, fortalecí lo que me definía y acepté ideas nuevas que me convencían sin importar su origen: ciencia, masonería, anarquismo, filosofïa, ocultismo, además de mis experiencias personales: aquellas producto de las meditaciones y los desprendimientos astrales que tuve en ese período, o los recuerdos de los "mega deja-vu" y los sueños premonitorios que tuve en mi infancia.

En ese tiempo se me ocurrió la analogía del árbol, y me pareció más interesante alejarme de las ramas y sujetarne del tronco, como un koala. Quizá no podía ver el río pero podía ver cómo alimentaba a todas las ramas, identificando sus similitudes y aprendiendo de sus verdades. Así empecé mi camino ecléctico (¿o mi propia rama?), y supuse que con el tiempo iría desarrollando cierto grado de sincretismo (lo cual ha sucedido).

Rechazar la tradición que nos impusieron cuando éramos dependientes de nuestra familia no es "malo", pues no podíamos protestar o decidir al respecto, pero las convicciones que afirmamos como adultos, sean verdades demostrables, revelaciones personales, o creencias que aceptamos en lo que las podemos verificar, son nuestra absoluta responsabilidad, y aquí es en donde termino dejando unos cuestionamientos para quienes los quieran considerar:

Su sistema de convicciones y creencias (en general), ¿les aporta las explicaciones necesarias para aceptar y entender nuestras vidas en todas sus etapas y posibles circunstancias?, ¿les proporciona razón o fe suficiente para aprender y salir adelante en nuestro tránsito por este plano?, ¿les eprmite estar en paz con su "creador" o como sea que le llamen al principio fundamental que rige al universo?...

...porque si no es así, creo que están en la rama equivocada.


Hasta pronto.


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