De todas las dualidades, la de la vida y la muerte me fascina obsesivamente, porque no puedo pasar de una a la otra a mi voluntad...
He tenido un par de sustos, pero no es que le tenga miedo a la muerte, de hecho para mí es parte de un proceso natural; en todo caso, le temo al dolor. A veces pienso que la vida es como una ecuación de segundo grado, con una raiz real y la otra compleja o imaginaria; seguramente pensarán que el nacimiento es la primera y la muerte es la segunda... yo a veces pienso que es al revés... por ahí leí una vez que solo la muerte es real, y que solo venimos a este mundo a soñar, a vivir una ilusión en la que crecemos, aprendemos y cómicamente nos aferramos a lo que supuestamente poseemos...
Pero lo importante de estos sustos, es que nos hace conscientes de lo que realmente significa la oportunidad de estar evolucionando en este plano. Vivimos tan inmersos en nuestros problemas al involucrarnos con el karma, que nos olvidamos de las cosas más importantes; nos olvidamos de las razones por las que estamos aquí; nos olvidamos de las cosas que nos generan auténtica satisfacción; nos olvidamos de disfrutar la vida y de valorar al planeta y las personas.
A veces nos preocupamos tanto por satisfacer las necesidades de la vida que vivimos, que olvidamos atender lo que realmente nos mantiene vivos; lo habitual interfiere con lo fundamental y eso afecta a su vez a lo que a nosotros nos parece trascendental. Pero si nos propiciamos las condiciones para hacerlo, corremos el riesgo de tener dificultades o incomodidades para vivir en el mundo de los "zombies". Algunos afortunados pueden hacer ambas cosas y los admiramos por ello; los demás seguramente vivimos el patrón antes descrito, hasta que algún "susto" nos alinea con la verdadera misión de nuestra alma.
¿Cuantos sustos necesitamos para redefinir nuestras prioridades en la vida?
¿Para disfrutar este maravilloso sueño antes de que tengamos que despertar?
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