23 septiembre 2019

Sobre la evolución de las teorías científicas

Después de estudiar la evolución de las teorías en la Física y en la Química, acuñé el término personal "dogmas de razón", ya que en su momento, la defensa de las viejas teorías por parte de los científicos de la vieja guardia tenía características similares a las de cualquier movimiento con cierto grado de fanatismo.
Alguna vez escribí que realmente nadie ha visto ni a dios ni a los quarks, y si bien es cierto que los "dogmas de razón" no son inamovibles como los dogmas de fé de la religión, podemos revisar cómo esos conceptos que ahora consideramos equivocados se tomaron por "verdades" en su tiempo y se defendieron como tales.
La historia tiene registrado cómo se resistió la comunidad científica ante las innovaciones de los "rebeldes", como Nikola Tesla en el electromagnetismo, Neils Bohr en la física cuántica, Alfred Werner en la química inorgánica, etc.
Pero a diferencia de los "dogmas de fé", en la Ciencia las creencias se modifican, o bien por certezas (y en su caso se convierten en leyes), o bien por evidencia experimental que debe ser explicada por nuevas teorías más adecuadas (pero no son certezas, y por lo tanto forman parte del sistema de creencias de la Ciencia).
Este conflicto entre la tradición y la innovación seguirá ocurriendo porque es un proceso en espiral, y para evolucionar se debe dejar atrás la zona de confort en la que se encuentra una teoría aceptada.
Lo que debe pensar siempre la tradición, con respecto a las nuevas propuestas, es que ha perdido su capacidad para analizarlas y juzgarlas. El tiempo dará la razón o desacreditará de acuerdo con ese proceso evolutivo.

17 abril 2019

El autoengaño en las redes sociales

 
De acuerdo con el principio socrático de que “nadie yerra voluntariamente”, todas las personas creen que están eligiendo lo mejor en cada decisión que toman, aún cuando externamente parezca lo opuesto a la vista de los demás. Eso se conoce como autoengaño.
No pretendo usar esto como justificación para lo que voy a comentar, sino como una explicación que pueda hacerme entender lo que observo diariamente. Hay gente que dice que las redes sociales no son serias, o no son para algo serio. Y en verdad se lo creen.
Dicen que no importa cómo se escriba porque no es en serio, pero cuando te entregan un ensayo o un reporte, realmente es preferible leer su muro. Así de patético. Han perdido la capacidad para escribir correctamente porque han jugado demasiado tiempo el juego de la falta de seriedad, si no es que las deficiencias vienen desde su formación académica inicial.
Dicen que nada de lo que publican es serio ni tiene relación con su vida, y hasta se molestan cuando alguien se lo toma en serio. Sin embargo, la mayoría de la gente reacciona o comenta las publicaciones porque se identifica, de alguna manera, con aquello que vio o leyó. En Psicología se manejan conceptos como proyección y transferencia, y no creo que alguien sea inmune cuando publica mientras se proyecta cuando comenta, ¿es ilógico, cierto? Es autoengaño.
Hay quienes dicen que “no publican su vida, sino que la viven”, pero se la pasan publicando simplezas (acepten por favor el eufemismo) a cada rato, durante todo el día... ¿a qué hora hacen algo serio con su vida? Y no es que esté mal el humor, sea ligero, negro, sarcástico, de doble sentido, etc, sino que nunca publican algo serio. Y sin embargo se dice que, de broma en broma, la verdad se asoma...
De acuerdo con el concepto de la proyección, un individuo atribuye las propias virtudes y defectos a otras personas, imágenes, citas, etc, ya sea de manera positiva o negativa, dependiendo de la introyección que haga de sí mismo, y entonces los expresa como una forma de reclamo o de afirmación.
Dado que mi experiencia en redes sociales se concentra en Facebook, puedo decir que ahí veo esto todo el tiempo, y cosas peores, como compartir información parcial o completamente falsa, sin verificarla primero; como sumarse a modas retrógradas que van más allá del simple humor (como dicen, una vez es chiste, las demás...); como dejar que otras personas expresen su pensar y su sentir, ya que ni siquiera son capaces de crear sus propios “memes”; y un largo etcétera.
Por lo tanto, podemos decir que nuestros muros son un reflejo de nuestras mentes, de lo que nos gusta o nos desagrada, de lo que nos apasiona o nos atormenta, consciente o inconscientemente. Somos simples, absurdos, interesantes, narcisistas, incongruentes, altruistas, etc, y esa será la primera impresión que daremos en nuestras redes sociales, a reserva de que alguien, con una preparación adecuada, busque qué es lo que hay detrás de esas publicaciones.
En fin, deformando una cita bíblica, a propósito de las fechas que vivimos, podemos afirmar que por sus muros los conoceréis...
Hasta la próxima.